El influjo de la luna,
veinticinco años atrás,
unió en sonoro compás
un tesoro que aún acuna;
aquel día que, por fortuna,
la ilusión llamó al folclor,
y llegados al calor
del Pino y su romería,
sin saberlo nacería
La Parranda de Teror.
La Parranda de Teror
nació para ser parranda,
pues es la razón que manda
como norma en su interior;
ya su primer director,
don Pedro Benítez, “Peyo”
consiguió el primer destello
musical que dio este grupo;
grupo que en su entrega supo
poner el alma en todo ello.
Poner el alma en todo ello
desde aquel ochenta y nueve,
es lo que hace que hoy lleve
cuatro discos con su sello;
Cuatro muestras de lo bello
de su quehacer popular,
del arte de rescatar
del olvido cualquier son,
poniéndole el corazón
a la hora de cantar.
A la hora de cantar,
en el ayer de su proa
dejó Eliades Ochoa
de Cuba el bello sonar;
y otro cubano sin par
los regó con su sapiencia:
de aquella bella experiencia
con el gran Compay Segundo,
y de aquel hombre fecundo,
llevan gotas de su esencia.
Llevan gotas de su esencia
papahuevos y balcones,
festivales y actuaciones
donde su canto es presencia;
por su sobrada ocurrencia
y humor revolucionario,
son, con y sin escenario,
de Teror historia viva,
que ansían que el tiempo siga
llenando su anecdotario.
Llenando su anecdotario,
doblados como equipaje,
recuerdos de cada viaje
lejos del suelo canario;
Con el canto de emisario,
fueron por tierra asturiana,
parrandearon en Louisiana
de los Estados Unidos,
y dejaron sus sentidos
cantos en la isla cubana.
Cantos en la isla cubana
soñaron los que se fueron,
parranderos que un día dieron
su ayer en pos de un mañana;
Más toda ausencia hoy se hilvana
en cada voz del cantor,
como el recuerdo mejor
del amigo y su memoria,
mientras honra su historia
La Parranda de Teror.
XXV Aniversario de la Parranda de Teror
(Paco Ramos)