LA PARRANDA, VEINTE AÑOS

Se nutren de sones de la tierra; de viejas folías, isas de fiesta y romería, y amargas noches de copa y timple,… Hunden sus raíces profundas en equipajes de indianos, que llevaban y traían, y que en el triste trajín de años y años conformaban una parte muy importante de nuestra cultura,… Manifiestan remembranzas de mostradores de viejas tiendas, pulidos por el roce de décadas, donde el queso cumbrero, el tomate con sal gorda y el pizco, acompañaban al ronco cantar y al envite festero,… Se mantienen de antiguos saberes que vienen desde José Santana, Pedro Troya, Candidito Ortega, y otros tantos, que siempre supieron hacer erudición de lo popular,… Son permanente evocación de todo lo que más define la fiesta terorense; constante recuerdo de Néstor y sus canciones a la Villa; nostalgia fructífera de añejas coplas y décimas, llegadas hace muchos, muchos años desde el Caribe sonoro,… Pero son también pujante presente que mantienen vigentes los deseos de defender lo nuestro, que otros, quizá con peor fortuna ‐Los Roneros, Los Chicharones‐, comenzaron antes y son también parte del equipaje de la actual Parranda,… Sí, la parranda de nuestro pueblo, la de familias enteras que durante generaciones han colmado la savia del grupo, la de cientos de personas que ya ausentes o persistentes valedores del folclore canario han distinguido a este grupo y al pueblo que lo vio surgir hace ya dos décadas. El otro Néstor, Néstor de la Torre, bien lo trasladó al tapiz que diseñara en los años 30, “Una boda en Teror”, en cuyo cortejo de la tradición estaban ya presentes los parranderos de esta tierra,… Y son, por encima de todo, pueblo. Cabe la erudición, el rescate de piezas singulares de la cultura musical canaria, el vitalista y distintivo sonar de solistas de voces impecables. Pero todo enmarcado en la defensa de lo popular, de aquello que desde lo más hondo nos hace sentir diferentes,… Si tal como lanzara al aire el cantor hace ya tanto; “veinte años no es nada…” la mirada pudiera por un momento parecer febril esperando lo mucho, muchísimo, que este grupo puede hacer, puede dar a la cultura canaria, a los terorenses que tan orgullosos nos sentimos de ellos, en los próximos veinte años. Las felicitaciones, evidentemente, nos las tenemos que dar todos los que, año tras año, hemos disfrutado de su buen hacer, de su proceso de crecimiento como grupo, musical y cultural. Pero también es evidente que es a cada uno de ellos a quien hay que agradecer que sigan al pie de la copla después de todo este tiempo, con una persistencia –siempre desinteresada, nunca bien pagada– que los define con toda claridad. Y, aunque también dijo el tango que las nieves del tiempo terminaban por platear la sien en un proceso imparable, deseemos estar todos aquí dentro de dos décadas más celebrándolo juntos.

José Luis Yánez Rodríguez
Cronista Oficial de Teror